ACTION COVER PARTY: Manchester Edition



El propósito de los eventos de la marca ACTION COVER PARTY (ACP) es traer al momento presente performances del pasado. Esto es, traerlas de vueltas a la vida, devolverle su auténtico valor como experiencia artística temporal, en el tiempo presente, el ahora. De esta manera, no solamente se rememora, sino que se invoca y se resucita a la performance. Casi como si un antiguo chamán se tratase, quién invoca a sus antepasados y los trae al mundo para que se comuniquen con la población contemporánea, mediante su propio cuerpo.

El artista que participa del ACP, quien decide traer de vuelta al mundo de ahora un hito del arte pasado, encarna él mismo a través de su cuerpo a ese artista anterior que realizó la performance primigenia. Esta proposición podría ser una forma más honesta o, al menos, consecuente de presentar performances en el circuito de arte contemporáneo actual. No a través de videos y fotos, lo cuales registran el momento, pero no transmiten la experiencia en “vivo” de la acción, pues eso es lo que son las performances, arte de la acción.

No obstante, este análisis no serviría para entender el fenómeno de los ACP en toda su complejidad. El propio título del evento deja entrever parte de la tramoya de la situación. No se trata simplemente de volver a hacer la performance, se refiere a un cover, una versión, una revisita personal de un artista sobre la acción pasada de otro. Así, los nuevos artistas que versionan a otros, no estarían realizando la acción per se, sino que están haciendo que hacen una performance. Esta tipo de práctica tiene más que ver con el apropiacionismo practicado por los artistas de los noventa. Aunque da un paso más allá. Los artistas no se apropian de la imagen producida por otro artista y la convierten en propia, se apropian de la imagen de su cuerpo, puede incluso que de su cuerpo entero, y lo hacen pasar por propio. Esta situación provoca la cuestión de quién es el autor de esta “nueva” performance, ¿el artista primigenio que la concibió?, ¿el nuevo artista que ofrece su cuerpo en este ritual contemporáneo de rememoración? Lo cuál conduce a la otra vieja cuestión ¿qué es un autor? A la que podría seguir la pregunta ¿y que importa? Nos encontramos inmersos una época postfordista en la que la cultura es el principal motor del capitalismo y el acto de consumir se confunde con el de producir, donde las personas se desplazan hacia la situación de <>, en la cual lo que consumimos y cómo lo consumimos produce a su vez bienes culturales. Cuál sería entonces la diferencia entre el autor y el espectador, si este último ya no es un espectador pasivo, sino que consume, reproduce y comparte, generando nuevos flujos de intercambio cultural.


Pero ahora hablemos del ACP: Manchester Edition, el cuál presenta algunas diferencias con respecto a los demás. En esta edición la tendencia en la elección de las performances se decantaba por un tipo de acción más conceptual. En su mayoría, las obras eran más acciones del tiempo que del cuerpo. Si ya el arte de acción pone en cuestión que es una obra de arte, las versiones de esta edición ponían en cuestión cuál es el tiempo del arte, qué tiempo necesita, cuanto tiempo es el de su recepción. Algunas performances duraban lo que tardaba en pendular y pararse un micrófono, que cuando llegaba a la altura de un amplificador el sonido de acople marcaba el ritmo de la acción, otras sin embargo median directamente el tiempo de la perfomance, que es vida que pasa, en la que los espectadores se cedían unos a otros un cronometro, que marcaba la duración del acto. Lo mensurable también jugaba un papel importante en esta edición del ACP. No sólo se media el tiempo, también el espacio en relación al cuerpo, las dimensiones del propio cuerpo humano, o se enumeraba las 35 declaraciones que John Baldessari dedicó a Sol LeWitt. Tanto tiempo, como espacio, palabra y cuerpo se traducían en cuantificación. Sin embargo, lo más destacado de esta edición en Manchester es el uso de la libertad de versionar por parte de los artistas participantes. Muchos de ellos no se limitaron únicamente a reproducir las acciones, sino que se presentaron variaciones personales y deliberadas de estas. Así, se actualizaron las acciones al nuevo momento de reproducción, evidenciando que ya no era una obra exclusiva de su autor original sino una apropiación por parte de otro autor, el que había decidido modificar la obra. De esta manera, las declaraciones cantadas a Sol LeWitt lo hacían a ritmo de Lady Gaga, Rihanna y otros éxitos del momento. Y se pudo asistir al encuentro de Joseph Beuys con el coyote, en el que ambos, tumbados sobre una manta de fieltro sobre el suelo, charlaban amistosamente largo y tendido ante la simpática mirada de los espectadores. Mediante sus elecciones y posteriores cambios los artistas participantes en Manchester dirigían una mirada desjuiciada a la Historia del arte y sus vacas sagradas.

El Action Cover Party: Manchester Edition supo ser no sólo una franquicia del evento, sino presentar las diferencias y novedades necesarias para cobrar entidad propia y a la vez hacer crecer al proyecto, generando particularidades pero también sinergías con el resto de eventos. Tanto la elección como la ejecución de las performances consiguieron expandir la reflexión acerca de lo oportuno e interesante de encuentros como este.

Si alguna vez encuentras algún anuncio del Action Cover Party en tu ciudad … sigue al conejo.

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