"Todavía viva, pero... (Breves notas a partir de la pintura de Luna Bengoechea)" [Texto para catálogo]

La "Naturaleza muerta" es un genérico pictórico ampliamente notable, también conocido en España como "bodegones" y que incluye al amplio subgénero de las "Vanitas". Su origen esta relacionado con la incipiente burguesía europea del s. XV en adelante, de mentalidad mayoritariamente calvinista, que proyectaban toda una serie de lecciones morales sobre esas pinturas.

Parece obvio que Luna Bengoechea se apodera del género y su título, seis siglos después, para instigar algunas reflexiones acerca de las condiciones de vida contemporáneas, pues ya no es el mismo contexto ni las mismas lecciones las que reflejan el cuadro. Las pinturas han dejado de capturar la fruta fresca y calaveras para amedrentarnos sobre la juventud fugaz, la muerte y las vanidades terrenales, para en su lugar presentarnos las mismas frutas y vegetales despojadas de una confortable mesa para el almuerzo, aisladas y cubiertas de una bolsa de plástico que afiance su durabilidad más tiempo. El tiempo necesario para salir de la tierra, ser envasada, enviar a un canal de distribución internacional, transportarla y llegar a algún supermercado en cualquier lugar a miles de kilómetros del sitio donde se recogió; lo que Debord llamaría la supervivencia ampliada.

La designación anglosajona para las "Naturalezas muertas" es "Still life", cuya traducción literal podría ser "Todavía viva", un pequeño giro de concepto. Por lo cuál, me atrevería a decir que la serie "Naturaleza muerta por asfixia" de Luna bien podría ser: "Still life, but asphyxiated".

La industria alimentaria ha mejorado considerablemente su capacidad de producción y distribución, a razón de la revolución industrial y la mejora en los flujos de comunicación y mercado. Como apuntábamos con anterioridad, hoy se puede recoger masivamente cualquier cultivo en un punto específico del planeta y consumirse al día siguiente en el otro extremo. Además, con unos tiempos de germinación y maduración minuciosamente controlados, dentro de espacios aclimatados igualmente controlados.

La crítica ecológica actual sostiene que ese modelo de explotación de la tierra, control del alimento y sistema de mercado global no es sostenible. Ni siquiera los sistemas que están amparados gubernamentalmente bajo el eslogan político desarrollo sostenible, puesto que se trataría de un oxímoron, ningún desarrollo puede ser sostenible, ya que el desarrollo se fundamenta en el crecimiento infinito -dentro de un territorio finito, como es el planeta Tierra. Dentro de la crítica hacia la crisis ecológica y el desarrollo apuestan por un cambio en los valores y conceptos, en las estructuras y por tanto en el sistema, revisando nuestros modos de producción y uso.


La manera en la que Luna Bengoechea enfoca sus reflexiones es a través del medio pictórico, una pintura leve de poca carga matérica mediante capas translucidas de color, como leves sutiles suspiros de vida sobre la clínica superficie del lienzo. Sus alimentos plastificados, de color ex(in)sultantes, saturados y flúor remiten a la "siniestralidad"del Pop -lo familiar convertido en extraño-, alimentos envueltos en la tiranía plástica como un condón que impide el placer del tacto. Estos cuadros revelan las trampas escondidas en los anhelos del imaginario social, el idealismo de lo global, de la abundancia y el confort; la idea de todo un mundo de variedad al alcance de la mano. De nuevo en palabras de Debord, “la abundancia mercantil supone una ruptura absoluta con el crecimiento orgánico de los bienes sociales”.

El trato que conferimos a los alimentos es un claro reflejo de las condiciones de vidas humanas actuales. Si somos capaces de controlar a las frutas y vegetales desde su estado embrionario hasta el momento de servirse en la mesa, incluyendo su crecimiento, textura, color, peso, madurez y caducidad, qué nos haremos a nosotros mismos -sujetos-, controlando -y legislando- cada instante de nuestra vida, la educación, la salud, la enfermedad, la sexualidad, el afecto, la imagen... Quizás por ello nosotros también nos sintamos como still life, but asphyxiated.





Arístides Santana

Las Palmas de Gran Canaria, Abril 2013

Reseña para la exposición "A pesar de todo", de Adrián Lee Mclean.



"- Como si existiera una equivalencia entre el sexo y el asesinato.
- Sin embargo, eso es lo que afirman sabios muy eminentes."
(Conversación entre Jérôme Angust y Textor Texel)1


El Umbral.
No vamos a hablar de sexo. Ni siquiera de muerte, aunque ella nos esté observando en cada sombra y pliegue. Haremos mención, mejor, al eje. La delgada línea de separación. La indistinción que se encuentra entre el sexo y el asesinato, dentro y fuera, norma y excepción, lícito e ilícito, vida y muerte. Precisamente, la zona gris, la pequeña porción que se encuentra en tierra de nadie, el alugar. Los umbrales.

Lo Sagrado.
El umbral es el limbo sagrado, donde interceden dos planos. Son los devaneos de las olas rozando la costa, la punta de una pirámide, o de una catedral gótica, asentada en el suelo proyectándose al cielo. Es la imagen manifestándose en el medio, como el haz de luz sobre el papel fotosensible, el rasgar del grafito sobre el papel o la isla emergiendo desde las profundidades. "Hablamos en un mundo, vemos en otro" , recuerda Debray.2 Todos son manifestaciones de un límite, una colisión entre dos verdades, un umbral sagrado.

Lo Profano.
Ahora, crucemos la línea, hablemos de la profanación. El 26 de Noviembre de 1922 el arqueólogo Howard Carter y el aristócrata inglés Lord Carnarvon, acompañados de su séquito, accedieron a la cámara mortuoria del, por el entonces desconocido, faraón Tutankamón. Situada en un enclave sagrado para los egipcios, el Valle de los Reyes, la tumba albergaba numerosos tesoros, fetiches y objetos de la época destinados a acompañar al faraón en su viaje al más allá. Todos los bienes fueron repartidos entre museos y colecciones privadas. Profanados, les fue extirpado todo su sentido sagrado y convertidos en mercancía, sólo como valor de cambio. Junto a la cámara, se destapó también la leyenda de la “maldición de Tutankamón” . Veintidós muertes asociadas a la excavación hicieron correr los rumores de un maleficio. Tutankamón, el faraón maldecido, desposeído de su lugar en la tierra de los muertos y condenado a reposar el resto de la eternidad en una urna de cristal empañada por el vaho de miles de turistas. Él también quiso maldecir a quienes cometieron tal sacrilegio.

La Isla.
En 1880 el pintor suizo Arnold Böcklin pintaba la tabla “La isla de los muertos”. Ciento treinta y dos años después se nos aparecen imaginarios de islas y muertos, islas muertas y muertos como islas. El imaginario es una figura opuesta a lo real, ligada a la conciencia, y en consecuencia a la sociedad y sus imágenes del mundo, donde pervive una historia colectiva de los mitos.3 Sumidos en nuestro imaginario contemporáneo, “en la actualidad preferimos visitar los lugares de la imagen”4, antes que pagar el tributo y acompañar a Caronte. Habitamos en la imagen y nos movemos en el umbral brumoso temerosos de cruzar ningún límite. Así vagamos como faux vivans.

"-Es a su piel a quién me dirijo."
(Textor Texel.)5








1 NOTHOMB, Amélie. Cosmética del enemigo, Barcelona: Anagrama, 2007.
2 DEBRAY, Regis. Vida y Muerte de la imagen. Barcelona: PAIDÓS, 1994.
3 BELTING, Hans. Antropología de la imagen. Madrid: KATZ EDITORES, 2007
4 Íbidem.
5 NOTHOMB, Amélie. Cosmética del enemigo, Barcelona: Anagrama, 2007. 

El Arte de hacer Arte.

[Texto para el catálogo de la exposición de alumnos de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna, en la sala de arte La Granja en Santa Cruz de Tenerife. Mayo-Junio 2012]



Conoce al enemigo y conócete a ti mismo y, en cien batallas,
no correrás jamás el más mínimo peligro.”
(Sun Tzu,El Arte de la Guerra)

Todavía a día de hoy, o posiblemente más a menudo a día de hoy, se discute en foro públicos o corrillos privados acerca de si el arte se puede enseñar o no. Si este es un tipo de conocimiento transmisible y acumulable, o si más bien se trata de un quehacer particular ligado a la experiencia vital. De ser así, una persona observadora y sensible, con una mente abierta al mundo que se presenta ante sus ojos, podría extraer una serie de ideas o cualidades de su tiempo, que le empuje a hacer uso de las herramientas artísticas para manifestar dichas ideas y cualidades. Por parte de los defensores de los estudios artísticos, se defiende que el desarrollo de las artes plásticas se ha ido complicando y especializando, sobre todo a raíz del último siglo, y por tanto se necesitan una serie de nociones y orientaciones básicas. Para no caer en la ingenuidad. O para no descubrir la pólvora. Por supuesto, esto no son compartimentos estancos, ni mucho menos dos lugares comunes. Son dos pinceladas, a grosso modo, para comprender diferentes visiones acerca de la formación artística. Las variantes y ramificaciones acerca del pensamiento sobre estas cuestiones son diversas y complejas, incluso se afectan entre ellas y saltan de un lado a otro. Es fácil encontrar a alguien dentro de la academia echando por tierra la institución a la que representa, o algún autodidacta incitando a leer más sobre historias del arte.

Una licenciatura, un máster y algunos cuantos viajes por el mundo me ha costado entender que ambos tienen razón. La Academia, o más concretamente la Universidad quien se ha hecho cargo del grueso de los estudios artísticos en la actualidad, ofrece el conjunto de elementos, herramientas y datos que todo joven artista debiera conocer. Lo ofrece, además, en packs compartimentados y ordenados, facilitando la asimilación rápida y progresiva de lo que parece, discutible o no, lecciones elementales para el candidato a artista. Por otro lado, las artes plásticas no son más que otra de las manifestaciones físicas de la cultura de una sociedad. El arte de cada momento responde a las circunstancias de su época y contexto. Como la propia cultura, no es algo fijo y único, sino cambiante, alterable, complejo e inter-dependiente. Se podría hablar de tantos modelos de arte como personas y sus cosmovisiones estén dispuestas a aceptarlo como tal. Ante este espectro de posibilidades tan amplio, ¿cómo unos estudios concretos, condensados en apenas unos pocos años, pueden tener la capacidad de certificar la enseñanza del completo de las prácticas artísticas?

Entonces, llegado a este punto podríamos asumir que lo único que puede ofrecer los estudios artísticos son unas nociones básicas, unas notas de aviso antes de lanzarse al vacío, un paracaídas que cada uno deberá saber usar y una palmadita en el trasero antes de saltar. Sin una persona atenta, con una capacidad crítica y una sensibilidad despierta, ningún certificado ni título podrá garantizar que aterrices primero con los pies y no con la cabeza. Si bien una carrera Universitaria de Bellas Artes no puede transmitir todo los saberes acumulados por la humanidad en sus años sobre la tierra, si puede brindar un pequeño espacio de confort donde realizar los primeros experimentos. Antes de saltar.

Y lo cierto es, que lo más interesante de la Universidad no son las clases, ni los temarios, ni tan siquiera ese profesor tan majo y culto que tanto te gusta. Lo más interesante es tener un espacio donde encontrar y conocer gente con tus mismas inquietudes, con la que compartir conocimientos, descubrimientos y el camino que lleva de ser un novato tímido y torpe a la persona que termina sus estudios, enfocando su presente para construir el futuro. Recuerdo un día, aún estudiando en la facultad, que vino a hablar a los alumnos el artista Pipo Hernández. Con su lenguaje sencillo y directo nos habló de su tiempo de estudiante. Hablaba de la facultad como un ring de boxeo, donde se iba a hacer guantes, a partirse la cara, a colar ganchos. Comentaba que era el lugar perfecto para probar, intentar, tantear, enfrentarse al mundo. Ahí, si te caías te podías levantar, siempre con los guantes puestos, atento a los embates y dispuesto a lanzar tu golpe. Con los años, creo que Pipo decía esto porque realmente le gustaba el boxeo. Además, es una de esas personas de las que desprende que las lecciones más importante que ha aprendido, han sido en la calle. Aún así, me pareció una metáfora evocadora.

Los alumnos que se presentan en esta ocasión, a la exposición anual de la facultad de Bellas Artes, Berna, Ithaisa, Margarita, Mariana, Miriam, Óscar, Rubén y Sheila, vienen a partirse la cara. Tras algunos años haciendo sus pruebas, tanteando ideas, experimentando recursos y buscando una poética personal, se presentan públicamente para confrontar sus resultados con el resto de la sociedad. Para algunos será su primera exposición, otros ya atesorarán alguna experiencia previa. Pero siempre una exposición es un punto de inflexión, un momento en el que el artista puede hacer una evaluación del trabajo y su recepción, y en el que el público puede tomar el pulso a la cantera artística y a las nuevas propuestas. Además, al tratarse de una exposición universitaria, se puede testar el estado de los estudios artísticos en la actualidad.

Por tanto, la presente exposición tendría un valor contextual. Se entiende en el contexto que la contiene, el académico, como parte intrínseca a un proceso de aprendizaje y formación, así como asociada a la búsqueda de conocimiento. De algún tipo de conocimiento que accione al pensamiento y a una actitud crítica, que construya y de-construya discursos. Empresa que en la actualidad, entre tanto fluir de información y mercancía de ideas, necesita de dosis de valentía y un poco de locura.

De la otra parte, se encuentra el contexto social en el que se encuentran estos artistas noveles, el cuál es difícil de obviar, teniendo en cuenta la intensidad del año que hemos dejado atrás. El 2011 ha sido un año convulso, colmado de disturbios y acontecimientos con ansia transformadora, ánimos de cambio y actitud emprendedora. Desde la inicial revuelta en Túnez, que pronto se propago por la mayoría del mundo árabe, pasando por los movimientos sociales que se activaron en toda Europa y se propagaron por el resto del mundo. Hasta el punto de que el tan disputado puesto de personalidad del año, escogida por la revista estadounidense TIME, se ha concedido al protestante, la figura modélica que traspasa geografías, naciones y estados sociales. Los aires de transformación e incertidumbre llegan hasta las obras de estos artistas, quienes renuncian a la alienación ideológica a ningún movimiento artístico o moda estética, para avanzar y orientarse en los pantanosos terrenos de la experimentación y la especulación. También resaltan las imágenes de violencia, así como la violencia de las imágenes, en los trabajos expuestos, trabajando a partir de archivos policiales y periodísticos. En la mayoría de los artistas predomina el manejo de interrogantes y forzamiento de las propias imágenes y los que nos cuentan. La puesta en cuestión del contenido de la imágenes y su recepción, acercándose al posicionamiento de la crítica moderna de la representación.

Pero si algo cabe destacar de este ambiente novedoso y diferenciado, es el cambio de paradigma que acarrea en las prácticas artísticas. El paulatino abandono de los creadores del padrinazgo institucional, así como el cambio en las estrategias de estas, prepara el escenario para el surgimiento de nuevas oportunidades y otra forma de democratización del tejido cultural. El trabajo colaborativo, el esfuerzo compartido, la inversión de energías y capital en proyectos comunes, la creación y consolidación de redes y la multiplicidad de emprendedores independientes, formas de trabajo de las que se ha venido hablando mucho e implementando lentamente en lo que vamos de S. XXI, ahora funcionan como modus operandi en la mayoría de centros culturales. En el cambio de paradigma que se está produciendo, en el que se reflexiona a la vez que se trabaja activamente sobre el propio cambio, surgen nuevos modelos de actuación interesantes. Dentro del campo institucional, se esta produciendo el desplazamiento de la producción de proyectos propios “originales” a la coproducción de proyectos entre varias instituciones, creando redes de intercambio y colaboración. El trabajo en equipo prepondera en la era digital, virtual y materialmente. Así, no es baladí el hecho de que el catálogo presente sea un encargo de la Facultad de Bellas Artes de La Laguna a la editorial independiente La Piscina, formada de manera autónoma por alumnos egresados de la misma facultad. Quienes a su vez me han encargado a mí, otro ex-alumno que trabaja de manera independiente, la confección de este mismo texto. Así se crea una red de trabajo y de intercambio de conocimientos entre profesionales de un mismo sector, que al mismo tiempo actúan en un mismo contexto. Puede entenderse como otra formalización más del eslogan, post-colonial y sostenible, “Piensa globalmente, Actúa localmente”, ya que intervienen actores de un mismo entorno, pero que trabajan sobre parámetros de interés global. Las obras presentadas por este grupo de artistas, así como las bases sobre las que se plantea y diseña este catálogo, texto incluido, están en consonancia con cuestiones, ideas y problemáticas sobre las que se trabajan en gran parte del planeta.
Con este énfasis en el proceso de producción de todo lo que atañe a esta exposición, desde la germinación de la propuesta en los despachos del equipo directivo de la facultad de bellas artes, hasta la presentación pública de la muestra y la puesta en circulación de la publicación, se pretende formular el procedimiento total de gestión y materialización del proyecto en un modelo de operatividad enfocado en el sector artístico, principalmente a los propios artistas y demás figuras afines, como comisarios independientes y críticos de arte.

Una idea esclarecedora se puede extraer de esta exposición. Los artistas que se presentan en esta ocasión no son iguales a los que han pasado por aquí antes. Sus herramientas pueden parecer las mismas y las formas derivadas de ellas también, pero su situación es otra, sus intereses son otros, sus objetivos son otros y sus ambiciones son otras. Si tuviera que remarcar en una sola frase el trabajo de estos ocho creadores, dejadme que tome prestada la expresión de Óscar Hernández, uno de los artistas de esta exposición: Yo no quiero ser artista.





Arístides Santana,
en Las Palmas de Gran Canaria, 20 de Abril de 2012.

HEXAEDRO. Nueva Temporada para Área 60.

Hace unos días se hizo público a través de la web del centro de arte contemporáneo TEA (Tenerife Espacio de las Artes) mi participación como comisario externo para la sala Área 60.  Este espacio de 60m2, de donde recibe su nombre, lleva años destinado al arte emergente en Canarias. Para su cuarta temporada, titulada Hexaedro. Seis intervenciones artísticas y un espacio, planteo un ciclo diverso y multidisciplinar que alcance varias cuestiones importantes para el arte actual y la cultura contemporánea. 
En unos pocos días se pondrán bajar las bases del proyecto comisariado de la web de TEA. Mientras tanto, comparto con ustedes el listado de artistas y la entrevista íntegra que desde TEA me han hecho. 


Gracias por su interés. Les espero en la inauguración de la temporada, el día 7 de Mayo


Artistas
NOELIA VILLENA "Packaging"
SOL CALERO y CHRISTOPHER KLINE "Regalos Ancestrales"
OLIVER BEHRMANN "Deepwater Blues"
ISRAEL PÉREZ y MARÍA REQUENA "Clamor"
PACO GUILLÉN "Blanco Roto"
ÓSCAR DE CARMEN y MARTINKA BOBRIKOVA "In Process"


Entrevista



-¿Qué se va encontrar el visitante en esta nueva etapa de Área 60?
Principalmente ideas. Ideas desplegadas por el espacio. El arte es el terreno para la especulación, desde el cual lanzar modelos y contra-modelos. El momento en el que se produce este ciclo de exposiciones es bastante estimulante. Actualmente, y desde diferentes frentes, se están revisando y replanteando los modos de actuación, en busca de diferentes vías de acción y reflexión, que conduzcan a nuevos y óptimos resultados. El arte contemporáneo, a través de sus procesos, todavía puede ser la avanzadilla que experimente y proponga. Es el público el que tendrá que valorar la pertinencia de dichas proposiciones.

-¿Cuál es, si es que lo tiene, el eje central de su propuesta y sobre el que pivotan las seis muestras que propone?
Las seis muestras son diferentes entre sí y en ocasiones, incluso contradictorias en sus planteamientos. Se trata de presentar diferentes procedimientos del arte contemporáneo que actualmente coexisten. Son diversas formas de comprender la práctica artística en el contexto actual. Por la sala de Área 60 desfilaran cuestiones controvertidas como las relaciones del arte con la ciencia, lo sagrado, la investigación académica, etc. La intención es crear opiniones discrepantes, que desemboquen en un debate interesante y enriquecedor.
Por otro lado, a través de la exposición como forma artística per se, se traslada los intensos cuestionamientos a los que fue sometido el objeto artístico a lo largo del S. XX a la institución. El interrogante se cierne sobre el rol que juega la institución, su función, el sistema de inclusión y exclusión y sus potencias y debilidades respecto a las prácticas artísticas contemporáneas.

-“Lo efímero, el reciclaje y las relaciones interpersonales y de sentido”.. estarán muy presentes en las muestras elegidas por usted. ¿Por qué estos conceptos?
Estas conceptos responden a otro que se encuentra solapado a todas las propuestas, lo sostenible. Por supuesto, no me refiero a términos tan de moda como “desarrollo sostenible”, que es un antinomia. Lo efímero es una cuestión pragmática y un posicionamiento crítico desde la postura del creador de objetos artísticos, que da más valor al hecho artístico que a la producción de artefactos. El reciclaje es una cuestión de optimización de recursos y una parte integrada en los procesos artísticos, que ya lleva presente mucho tiempo en las prácticas artísticas, pero que ha cobrado una dimensión mayor en las últimas décadas con el advenimiento de las últimas tecnologías de la información. Y el arte siempre ha sido un medio de creación de sentido a través de las relaciones interpersonales y de la comunidad, que son las que dotan al objeto o imagen de dicho sentido. Esta función sociabilizadora del arte también se ha visto remarcada en las últimas tendencias artísticas.

-¿La idea del reciclaje y la optimización de los materiales es fundamental en sus propuestas?
Son cuestiones de gran importancia, no como un fin en sí mismo sino como parte de un proceso, del proceso creativo y de formalización de los artistas. Funciona como ejemplo de una forma de hacer. En todo momento estamos hablando de arte, pero esto se puede extrapolar a cualquier otro ámbito de la vida.


-Qué destacaría de cada uno de ellos y, grosso modo, del proyecto que cada uno de ellos va a presentar en TEA.
A nivel grupal valoro que sean un grupo de artistas jóvenes, que a pesar de derivar en diversos resultados, comparten algunos planteamientos comunes como contemporáneos y co-participes de un mismo ambiente global. Individualmente, resaltaría de Noelia Villena sus paisajes bucólicos que parte desde las premisas del Capital; Christopher Kline y Sol Calero devuelven al espacio del arte un lugar para el ritual; Oliver Behrmann reseña un hito ambiental que pasa desapercibido entre la hiperrealidad mediática; Israel Pérez y María Requena ahondan en el arma de guerra y su fenomenología contemporánea; Paco Guillén trabaja desde el dibujo como medio y su relación con el soporte, el espacio, la animación y su expansión; y Oscar de Carmen y Martinka Bobrikova investigan y desarrollan sus proyectos en torno al aprovechamiento energético y su aplicación a las artes visuales y sonoras.
Todos sus magníficos proyectos tienen un gran valor individual, el cual se complementa con el diálogo con el resto de propuestas del ciclo.

-¿Qué le parece que TEA y el Cabildo destinen un espacio para los artistas emergentes, para dar visibilidad a proyectos de artistas (algunos ya conocidos) pero tal vez aún no consagrados?
Qué el TEA y el Cabildo de Tenerife dediquen parte de sus esfuerzos al desarrollo del arte emergente desde Canarias es algo que sólo me puede parecer fantástico. Aunque no debiera en ningún momento sorprenderme, porque es lo que cualquier organismo público debería de hacer, fomentar la cultura en y del lugar. Las muestras culturales son un baremo para conocer el estado educacional, social y de bienestar de una localidad. Además, a pesar de la difusión global que se consigue con la red, el arte local, aunque no el único, es el que mejor representa o interviene con el conjunto de la sociedad del sitio, pues el artista crea desde el mismo hábitat que el resto de los conciudadanos.
En cualquier caso, los artistas que se encuentran al comienzo de sus carreras necesitan y agradecen ese apoyo, que después revierten al conjunto de la sociedad con la exposición y publicación de sus trabajos. Tenerife puede estar orgullosa del buen estado de salud del arte producido en la isla y por artistas de la isla o formados en sus universidades.

-¿Siguió usted las muestras anteriores y conoció a sus antecesores como comisarios en este espacio? ¿Qué valora de ellos?
Puedo decir que he seguido las exposiciones y actividades realizadas en el Área 6o desde sus comienzos. Salvo una pequeña época que estuve viviendo en el extranjero en la que no pude acudir físicamente, pero nunca he dejado de estar informado de lo que en ella acontecía. De mis antecesores valoro su trabajo comisarial y el amplío abanico de artistas que han pasado por allí. A lo largo de las tres temporadas anteriores se han producido obras magníficas y exposiciones memorables, que una vez más demuestra la capacidad de los artistas canarios y el buen hacer de los comisarios. Es un buen legado que agradecido y orgulloso recojo de ellos. El presente ciclo continuará con algunas vías que ellos dejaron abiertas y añade otras respuestas. La presente temporada que ahora arranca, bajo el título Hexaedro. Seis intervenciones artísticas y un espacio, creo que será bien acogida tanto por los comisarios anteriores como por el público en general. 




"Fuera de lugar", de Lucía Bencomo y Adrián L. Mclean



El paisaje no es el territorio, ni siquiera la naturaleza. Esta afirmación elemental debería ser clara a estas alturas. El paisaje es la mirada estética sobre el territorio. No depende tanto de lo que se ve sino de cómo se ve. La propia espesura de la mirada 1, el acto de mirar, dirigida sobre el paisaje, la imagen del territorio, yuxtapone tantas metáforas y alegorías como el espectador quiera y pueda atribuirle. Entonces, el paisaje no estaría subordinado a la tierra sino al ojo y a una cualidad mental. “Si la naturaleza está en todas partes -dice R. Debray- el paisaje sólo puede nacer en el ojo del habitante de la ciudad que lo mira de lejos porque no tiene que trabajar ahí cada día." 2

Los paisajes de Lucía Bencomo y Adrián Mclean, realizados durante su año de estancia en una gran urbe como Barcelona, son paisajes para el ciudadano. Las imágenes que re-producen no son imágenes de la naturaleza ni de un estado del alma como los paisajes sublimes del romanticismo, sino una cualidad mental, un estado de reposo, una pausa para el ajetreo constante del ciudadano. Más cercano a lirismo zen, su quietud y serenidad, que a la tradición paisajista europea.

Las imágenes escogidas por esta pareja de artistas, mar y nubes, transportan nuestro cuerpo a un estado de suspensión. Ante estos panoramas parece que lo mejor que se puede hacer es flotar, en el cielo o sobre el agua, dejarse llevar. Nos trasladamos del espacio concreto de la ciudad a un alugar, atopía del ser y el estar. El alugar, como cuando se dice que algo es atemporal, es lo fuera del lugar, un espacio indeterminado. Es el sitio de las imágenes, entre el espacio material que ocupa el medio por el cual se nos aparece y su origen, a menudo misterioso. Alugares son también el cielo y el mar, carentes de accidentes orográficos con los que orientarse, donde la noción de arriba y abajo, derecha e izquierda, se diluye en el medio. Son a-lugares para perderse.

Salidos del lugar, alejados de la tierra, envueltos en la zona intermedia entre el territorio y la imagen que es el paisaje, quedamos relegados a observar. Un momento en el cual descansar del paradigma de acción al que la vida cotidiana nos empuja, un ritmo acelerado y continuo en que constantemente hay que tomar decisiones y actuar, sin demasiado espacio para la reflexión y el planteamiento de objetivos. Así, en los paisajes de Bencomo y Mclean podemos desarrollar el “derecho a la vagancia”, aquietar la mente, estar presentes, ser y estar en el momento. Un estado intermedio como el que se encuentra entre el sueño y la vigilia, el momento que Duchamp llamaba infraleve, aunque detenido en el tiempo a través de los paisajes de agua y nubes, en el cual se puede reflexionar y replantear los fines y los modos para alcanzarlos, volver asentar los cimientos de la cabaña que es nuestra mente, donde se cobija nuestros pensamientos, ideales, esperanzas, miedos y memoria.

Es en el montaje fílmico donde las imágenes de la presente exposición cobran sentido. Como si de fotogramas robados a una posible película se tratasen, se suceden las fotografías de mares y nubes. De esta manera los artistas re-crean un ambiente que funciona como un observatorio no tanto hacia el paisaje que se nos presenta como para los paisajes internos. El hecho de mirar, hacia fuera, es también un acto reflexivo, hacia dentro. Mirando se toman decisiones acerca del punto de vista y el enfoque, se relacionan elementos y se escruta con la mirada hasta llegar a un tipo conocimiento.

Lucía Bencomo y Adrían Mclean, plantean desde el arte la posibilidad de encontrar un (a)lugar, dentro o fuera, donde diluir la figura con el fondo, solventar la paradoja de ser y estar, existir y encontrarse. Allí donde la casa pueda flotar sobre el cielo o el mar.

1 Como comenta Regis Debray: “Mirar no es recibir, sino ordenar lo visible, organizar la experiencia.” Debray, Regis. Vida y Muerte de la imagen. Barcelona: PAIDÓS, 1994 P. 38
2 Íbidem.